Son muchos los que cifran su vida en la santísima trinidad de nuestros días: coche, casa y pareja. Dan por bien empleadas sus 40 horas de trabajo semanal para conseguirlo y luego te vienen con el discursito de la dignificación por el trabajo frente a los vicios de la ociosidad. Brutos.
Debemos de ser minoría quienes pensamos que lo único que tenemos las personas es tiempo, que las personas somos tiempo; y que entregar ocho horas diarias a cambio de un dinero es (perdón por el decimononismo) alienante. Un dinero ¿para qué? "Si te da para comprarte un coche, dalo por bueno", te dicen. Ciento sesenta horas mensuales a cambio de un coche, ¿nos hemos vuelto locos? (por no decir ¿estamos gilipollas?).
Puede que ellos no sepan qué hacer con su tiempo, pero yo sí. Quizá ese sea el drama, que sé en qué emplear el tiempo y no qué hacer con el dinero, en una sociedad que empuja a lo contrario.
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2 comentarios:
Bueno, quizá me he pasado un poco, vale. Sé que tienen su parte de razón y que, en cualquier caso, ese trabajar y trabajar también tiene mérito.
si bueno, pero se supone que se trabaja para poder vivir,no?. No vivir para trabajar!
Muas!
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