Todos los paletos fuera de Madrid

De toda la vida se ha sabido que esta corte acoge sin distingos a todo el que viene a ganarse los garbanzos, sin atender (demasiado) a su lugar de procedencia. Así se ha conformado este rompeolas de las Españas. Pero hay un tipo que no es bienvenido: el paleto.
El madrileño tiene que aguantar día sí y día también el típico comentario del paleto:
-Estos [loquesea] no valen ná. Los qu'hacen en mi pueblo sí que son buenos. Es que...
Igualmente han aprendido a soportar con beatífica paciencia que el paleto lance denuestos contra la villa en su propia cara sin que nadie le afee la conducta. Pero, ojo, el paleto no se cría sólo en el hábitat rural, también en el medio urbano se desarrolla en buen número. Lo que nos lleva a pensar más bien en el paletismo como estado alterado de la conciencia.

UN FANTASMA RECORRE TELEMADRID. El fantasma del paletismo.
Uno de los síntomas más evidentes de este trastorno consiste en que el afectado está siempre pendiente de lo que hace el vecino, que ya no es vecino, sino rival. Esto ha alumbrado toda clase de piques, a cual más absurdo, a lo largo de los siglos.
Pues bien, resulta que si un honrado ciudadano de Occidente sintonizara vía satélite el canal autonómico, no sabría a ciencia cierta a qué autonomía pertenecen esos informativos que están siempre hablando de Cataluña y/o el País Vasco. Los dirigentes de TM, que no son tontos, se han dado cuenta y lo han resuelto escribiendo esta temporada la palabra telemadrid junto al logo.
Esas tenemos.